Con su ridículo peso de 1,2 miligramos, HADA (Flying Aero-robots basado en Light Responsive Materials Assembly), es el microrobot volador “suave” más pequeño que responde a la luz.
Un diente de león cibernético
Dices "robótica blanda" y es como si hubieras dicho "biomimética": la mejor inspiración para construir estos dispositivos "blandos" siempre ha venido de la naturaleza. Esta vez también: las semillas de diente de león inspiraron a los investigadores.
Como ellos, el micro robot FAIRY podría volar en forma de ducha, empujado por el viento y controlado por la luz: tal vez para favorecer la polinización de las abejas, amenazadas por polución e enfermedades.
¿Cómo funciona el microrobot FAIRY?
"FAIRY puede controlarse y alimentarse mediante fuentes de luz como rayos láser o LED", afirma el Prof. hao-zeng, experto en microrobots de la Universidad de Tampere en Finlandia. Los hallazgos incluidos en su investigación publicada en Advanced Science (te lo enlazo aqui) muestran que el microrobot puede representar un importante paso hacia el uso práctico.
FAIRY es liviano porque está diseñado con un diseño "poroso", lo que le ayuda a volar. Su forma similar a la de la semilla de diente de león permite al microrobot volar incluso a largas distancias (y en condiciones difíciles) sin necesidad de ayuda adicional.
No se puede volar como un dron, pero su forma se puede cambiar para que coincida con el viento, como la vela de un barco.
¿Cómo está hecho?
La estructura de FAIRY es bastante sencilla: está compuesta por un filamento formado por fibras que miden tan solo 14 micras de espesor. Estas "cerdas" están conectadas por un actuador, una tira flexible controlada por luz, que gestiona la apertura y el cierre del microrobot.
Según Zeng, esta “semilla artificial” es superior a sus homólogas naturales precisamente gracias a este suave actuador. El “timón” de FAIRY está hecho de un elastómero cristalino líquido que responde a la luz visible y hace que las cerdas se abran o cierren.
Microrobots FAIRY: los próximos pasos
Zeng y su equipo probaron las “semillas” artificiales en túneles de viento y bajo luces láser, imaginando que millones de ellas volaban para transportar polen por el aire, con la luz guiándolas hacia el objetivo. Todavía queda mucho trabajo por hacer antes de que esto pueda convertirse en realidad.
Actualmente hay dos problemas: la precisión del control remoto y, sobre todo, la biodegradabilidad: si estos "duchadores" sintéticos no se disuelven después de su uso, el camino del rescate al desastre ecológico es corto.
Los investigadores se dieron cinco años para solucionar el problema: el proyecto, iniciado en septiembre de 5, continuará hasta agosto de 2021.