Según el profesor Geert Lovink Según la Universidad de Ámsterdam, los riesgos de compartir la propia opinión en línea podrían llegar a ser tan grandes que la gente se desconecte de Internet. En su último ensayo titulado “Extinción Internet“, (lo enlazo aqui) Lovink prevé un futuro en el que Internet (en parte) desaparezca debido a nuestra dependencia de la tecnología y la falta de plataformas sociales verdaderamente equitativas. En el pasado, Lovink se ha dedicado al estudio de la contracultura crítica y las posibles alternativas, pero ahora destaca que Internet y las aplicaciones adictivas están en manos de las Big Tech, que a menudo descuidan los derechos individuales y el bienestar de la sociedad. . Incluso fundó una especie de precursora de la web: se llamó "La Ciudad Digital", y su intención era ser una red descentralizada gestionada directamente por ciudadanos para ciudadanos. No funcionó. ¿Y ahora? ¿Podría funcionar? En otras palabras: vale, Internet está roto, pero ¿se puede arreglar?
Tal vez no
Puede llegar un momento en que sea demasiado tarde y las consecuencias negativas ya no se puedan controlar. Incluso Big Tech Puede que él sea consciente de ello, y el ejemplo que representa el continuo "limpieza" que Mark Zuckerberg intenta darle a sus redes sociales puede ser claro.
La opinión de Lovink se basa en el hecho de que los usuarios "normales" están empezando a pagar un precio por su adicción a Internet y a las redes sociales. Un precio psicológico y físico. Muchos jóvenes sufren trastornos de ansiedad y de autoimagen, y nuestro cerebro ha comenzado a subcontratar algunas funciones críticas: nuestra memoria a corto plazo y nuestra atención están empeorando y fragmentándose. En definitiva, la forma en que está estructurada la red hoy, nos está llevando a un punto crítico.
Por no hablar de la privacidad
El control social está cada vez más presente y los usuarios son monitoreados de cerca. Según Lovink, nuestra supuesta libertad de expresión ya no existe. Incluso en países como el suyo (Países Bajos), las consecuencias para aquellos que comparten puntos de vista no convencionales en línea pueden ser graves, y muchos están cada vez menos dispuestos a expresar sus puntos de vista.
Para Lovink, este control sofisticado pronto podría volverse tan invasivo como para empujar a la gente a evitar total o parcialmente esta tecnología. Haciendo un paralelo con la crisis climática, el científico afirma que “las emergencias climáticas han llegado a un punto irreparable. La gente ha empezado a movilizarse en masa porque acciones individuales como la instalación de paneles solares ya no son suficientes".
¿Cómo podría ser una “extinción de Internet”?
Imagine un futuro en el que algunos servicios en línea se vuelvan inaccesibles. ¿La causa? Tú haces. Una crisis geopolítica, una emergencia climática grave o algo más. En este escenario, el acceso a Internet puede volverse limitado o incluso imposible. Para muchos de nosotros, la idea de estar desconectados de Internet es impensable, especialmente para los nativos digitales. Personas que han estado usando esta herramienta desde su nacimiento y no conocen el mundo que existía antes. Sin embargo, dice Lovink, debemos estar preparados para considerar también esta posibilidad.
Después de todo, hace un año incluso la idea de quedarse sin gasolina parecía inconcebible, pero el conflicto ucraniano hizo posible esta circunstancia. Teniendo en cuenta que toda la población depende ahora de Internet, esta herramienta podría volver a proponerse en una forma reducida y elitista. Servicios como el de internet satelital podrían ofrecer a unos pocos ricos la capacidad de permanecer conectados a una red menos extensa oa una infraestructura crítica.
Internet y el punto de inflexión: ¿qué se puede hacer?
Lovink parece bastante desanimado en su ensayo, y tal vez tenga razón. Sin embargo, si no queremos resignarnos al hecho de que desde el 11 de septiembre Internet ha sido "modelado" para vigilarnos, controlarnos y reprimirnos (por las buenas o por las malas), quizás todavía haya algo que podamos hacer.
Deberíamos empezar a promover la libertad de expresión y los derechos digitales, por ejemplo. Apoyar proyectos y plataformas que fomenten la descentralización y la participación democrática, como mastodonte. Deberíamos concienciar a todos sobre la importancia de la privacidad y la protección de los datos personales. Apoyar el desarrollo de las habilidades digitales de la población, insistir en que los políticos cambien las leyes que favorecen, o no impiden, el control y la represión en Internet.
Tratemos de cuidar este maravilloso instrumento, porque en manos de unos gigantes se ha convertido en una pesadilla, y podría acabar hecho añicos.