En pleno período de pandemia, a fines de 2020, alguien logró levantar la vista al cielo y se interesó por Venus. Los astrónomos habían hecho un descubrimiento increíble: un gas llamado fosfina entre sus nubes: en la Tierra se crea por procesos biológicos. Cielo abierto: ciencia a la caza de evidencias e hipótesis de todo tipo. Un estudio posterior cuestionó la adquisición, pero ahora se ha despertado el interés.
Ahora bien tres nuevas misiones ahora apunta a descubrir el misterio de la vida en Venus.
NASA e Agencia Espacial Europea (ESA) seleccionaron estas misiones para recorrer el planeta e investigar, entre otras cuestiones, si su estado pudo o pudo haber sustentado vida en el pasado. China e India también planean enviar misiones de búsqueda de vida a Venus. “La fosfina les recordó a todos lo pequeño que era este planeta”, dice. Colin Wilson de la Universidad de Oxford, uno de los líderes de la misión europea de la ESA para Venus, EnVision. Y así, ¡a la carrera! Tendremos nuestras respuestas a finales de esta década o principios de la siguiente. O…
La vida en Venus, ¿una misión privada en 2023?
A los astrónomos les gustaría tener respuestas antes de los próximos 10 años, y también Peter Beck, CEO de la compañía de lanzamiento de Nueva Zelanda Rocket Lab. Para ello Beck y un grupo del MIT están en contacto para llevar a cabo una misión privada en busca de vida en Venus, que podría comenzar ya en 2023. Quien tiene tiempo, que no espere tiempo. Y, en el peor de los casos, la próxima ventana de lanzamiento después de esto sería enero de 2025.
Más allá de la presencia de fosfina, si hubo vida en Venus (científicos) aceptar) podría estar en forma de microbios dentro de pequeñas gotas de ácido sulfúrico flotando en lo alto de la atmósfera del planeta. Aunque la superficie parece en gran medida inhóspita, con temperaturas lo suficientemente cálidas como para derretir el plomo y presiones similares a las del fondo de los océanos de la Tierra, las condiciones entre 45 y 60 kilómetros sobre el suelo en las nubes de Venus son significativamente más templadas.
Caza de vida en Venus en 2023: los detalles de la misión
De planos que ya son de dominio público (los encuentras aquí) sabemos que Rocket Lab ha desarrollado una pequeña nave espacial versátil y polivalente llamada Photon, tan grande como una mesa de comedor. Se utilizará para lanzar una pequeña sonda a la atmósfera de Venus.
La sonda está en desarrollo en el MIT. Un equipo de unas 30 personas, liderado por Sara seager, está cuidando la producción hasta el más mínimo detalle. Si la misión tiene éxito en el lanzamiento previsto para mayo de 2023, Photon tardará cinco meses en llegar a Venus, llegando en octubre de 2023.
Es lo más sencillo, rápido y barato ("sólo" 10 millones de dólares, una obviedad en estos casos) que se puede hacer por el momento: cuesta el 2% de cada una de las otras misiones previstas a Venus.
Bajo costo, alto riesgo
Si la nave espacial Photon es pequeña, piense en la sonda: 40 cm de diámetro (15 pulgadas), 20 kg de peso (45 libras). Su diseño en forma de cono incorpora un escudo térmico en la parte delantera: es el núcleo de toda la misión.
Este escudo tendrá que soportar el intenso calor generado cuando la sonda, liberada desde la nave espacial Photon antes de su llegada, golpee la atmósfera de Venus a 40.000 kilómetros por hora. En la sonda, un solo instrumento, con un peso de 900 gramos (2 libras). Se llama nefelómetro autofluorescente, y lanzará un láser ultravioleta sobre las gotas en la atmósfera de Venus para determinar la composición de las moléculas dentro de ellas.
¿Y si descubriera partículas orgánicas? Incluso eso no sería una prueba final de la vida en Venus, pero sí un paso adelante muy importante que dará impulso a las misiones posteriores.
sale en 5 minutos
La misión Rocket Lab-MIT será breve. Muy corto. La nave espacial solo tendrá cinco minutos para examinar las nubes de Venus, enviando sus datos por radio a la Tierra mientras cae en picado a la superficie. Si sobreviviera al choque (que ocurrirá después de aproximadamente una hora de caída), la sonda podría enviar datos incluso después, pero es casi imposible.
Jane Grebas, que realizó el estudio inicial de la fosfina en Venus, está deseando presenciar la misión. "Estoy muy emocionado", dice, y agrega que hay "grandes posibilidades de detectar materiales orgánicos, lo que podría significar que hay vida en Venus".
Los próximos años serán cruciales: para ganar tiempo, entre las futuras misiones previstas hay diferentes soluciones. Se prevé la presencia de globos aerostáticos entre las nubes de Venus, que pueden realizar análisis más largos.
"Tomaría una hora", dice Seager, "buscar moléculas complejas y no solo su posible huella digital".
Un punto más que suma la presencia de particulares en la carrera espacial: emprendedores, iniciativas y recursos que pueden llenar los huecos de los organismos estatales incluso con vehículos más pequeños, como en este caso. ¿Descubrirán los particulares vida en Venus? Quizás. Tal vez no.
Pero vale la pena intentarlo.