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Durante mucho tiempo he creído que los gobiernos y las estructuras organizativas de nuestra sociedad están perdiendo fuerza y pronto colapsarán. Cuando hice estas observaciones hace casi 10 años Recuerdo haber recibido miradas extrañas, pero después de todo este tiempo el tema ya no es tan inusual.
Estamos en vísperas de la transformación más rápida y profunda de la civilización humana desde la transición a la agricultura hace 10.000 años, y esto por muchas razones.
Un artículo interesante de Fundación de Investigación Observador identifica cinco fuentes principales de conflicto que están a punto de transformar drásticamente la forma de nuestras sociedades. A estos les añado un sexto, pero les contaré más adelante.
Las razones de un colapso
El artículo ORF identifica un hilo común que atraviesa cada uno de estos campos de batalla. Todos cuestionan el llamado "modelo de Westfalia": el sistema basado en el derecho internacional que establece la soberanía de cada nación sobre su territorio y asuntos internos (con la excepción de no interferir en los asuntos de otro país). Más o menos lo que vivimos hoy entre la ONU, la OTAN y otros organizaciones
Si la realidad no fuera suficiente para mostrar por qué este modelo no es seguro, estas grandes "pistas" lo muestran con extraordinaria claridad.
En un libro llamado "The Big Nine", el escritor Amy Webb exploró el papel de 9 grandes gigantes de BigTech en la configuración de la sociedad. Los conoces a todos: Google, Amazon, Apple, IBM, Microsoft, Facebook, Baidu, Alibaba y Tencent. Hablé sobre el tema en varios artículos en el blog: de creación de pequeños "tecnogobiernos" a nuevas comunidades residencial e social, pasando por el nuevo compromiso "político-estratégico" de estas empresas.
En resumen: la tecnología ha creado nuevas estructuras de poder que los gobiernos tradicionales aún no han enmarcado, y estas empresas están invirtiendo y reescribiendo rápidamente las reglas del juego, en los seis campos de batalla. Sí, pero ¿cuáles son estos seis campos de batalla?
Primero: tensiones sobre la gobernanza del estado-nación

Tanto el gobierno que vemos en el mundo (democrático y autoritario, en diversos grados como se ve en la imagen) ahora están siendo cuestionados.
Cuando estos sistemas actuales ya no puedan seguir el ritmo de los cambios en el orden de magnitud de las capacidades técnicas, colapsarán. Y parecen estar muy cerca de hacerlo, incapaces de frenar o incluso potenciar el progreso tecnológico en el sentido correcto, es decir, en la dirección de los ciudadanos y la ética. Esto nos lleva directamente al siguiente campo de batalla.
Segundo: fricciones con estructuras supranacionales

Están surgiendo estructuras reales, gobiernos no estatales que traspasan fronteras y regulan la vida de miles de millones de personas: una vez más, la tecnología está de por medio. Toda la economía global ha llegado a depender de infraestructuras privadas y críticas, proporcionadas por los "Big 9" mencionados por Webb.
Poderes que alguna vez estuvieron reservados solo para naciones soberanas. En otras palabras, las grandes tecnológicas se comportan como superpoderes, tomando partido en formas nunca antes vistas: la guerra en Ucrania es solo el último ejemplo, quizás el más claro.
A medida que la tecnología se arraigue cada vez más en el mundo físico, aumentarán los problemas relacionados con los "gobiernos supranacionales". El nacimiento de autonomías descentralizadas (DAO) y la mayor evolución de las criptomonedas creará aún más conflictos, acelerando el colapso.
Tercero: restricciones ambientales

El ritmo de la cambio climático es mucho más rápido que el de los gobiernos, y ciertamente mayor que nuestra capacidad de adaptación. De nada sirve recordar inundaciones, incendios, olas de calor cada vez más frecuentes: sabéis muy bien que estos acontecimientos están íntimamente ligados a la economía y la política.
Migración climática (que aumentará enormemente) agravará las ya fuertes tensiones en materia de inmigración. 20 millones de nuevos inmigrantes cada año necesitarán hogares, trabajos y recursos en los países a los que lleguen, y esto impondrá mayores límites a los recursos. Cuestión muy seria, que favorecerá la aparición de nuevos nacionalismos: los nacionalismos ambientales, que tendrán como objetivo proteger los recursos de una comunidad negándoselos a “extranjeros” que quieran acceder a ellos por necesidad.
Cuarto: armas no estatales basadas en intereses

Como se mencionó, vivimos en un mundo centrado en el estado que se está erosionando lentamente, y aunque los estados resistan para no desaparecer, gradualmente perderán importancia. La guerra en sí se está convirtiendo en un fenómeno ajeno a los estados, y la tecnología nos lo demuestra.
El equivalente a $100 millones en criptomonedas fue recogido en el mundo para apoyar a Ucrania. Muchas personas (incluso aquellas que no estaban directamente relacionadas con los estados en guerra) se reunieron y fueron a luchar por ambos lados. La ilusión de la guerra moderna y tecnológica es que todo el mundo puede participar y morir independientemente de su raza, nacionalidad y, a veces (lamentablemente), incluso de su edad.
Quinto: disputas 'espaciales'

El quinto dominio del conflicto es incluso externo a nuestro planeta. Desde solo 6 años Se ha autorizado formalmente a particulares a ir al espacio, pero parece que ha pasado un siglo. Intereses privados en exploración y turismo espacial son más fuertes y más organizados: en las próximas décadas veremos un nuevo "lejano oeste" en el que el derecho internacional a menudo dará paso al predominio de los nuevos "no gobiernos". Es decir, estructuras de poder emergentes que se mostrarán más hábiles o más fuertes.
Sexto: ciudades contra naciones

Asistimos al rápido ascenso de las megalópolis: aglomeraciones que ahora cuentan con decenas de millones de personas, verdaderas "Ciudades-Estado". El próximo campo de batalla tendrá que ver con su autosuficiencia, un rasgo largamente buscado, que la tecnología ahora promete lograr.
Las ciudades que se vuelvan menos dependientes del resto del mundo en energía, alimentos y bienes tenderán a desafiar nuestras estructuras sociales actuales y los gobiernos que conocemos. No se excluye que en el futuro adopten sus propias reglas, cuestionando cada vez más la forma actual de los estados.
Estos seis "enemigos" de la sociedad (o "coadyuvantes" de las sociedades futuras, según se mire) dejan claro que se está produciendo un cambio estructural, que será radical y complejo.