COVID-19, lo he escrito mil veces, ha cambiado profundamente el funcionamiento de las sociedades modernas. Los cierres, las restricciones a los contactos y servicios, el distanciamiento social y otras medidas han producido cambios enormes, que en muchos casos llegaron para quedarse. Entre ellos, el hecho de que todos nos hemos vuelto más dependientes de los teléfonos inteligentes. Sí señor: sufrimos de nomofobia.
Un estudio encontró que el uso de teléfonos inteligentes aumentó en un 70% durante los primeros meses de la pandemia. ¿Y ahora? Una encuesta canadiense reciente concluye que más del 40% de los encuestados pasan aún más tiempo en sus teléfonos este año. La dependencia de las tecnologías digitales, incluidos los teléfonos inteligentes, ha aumentado enormemente debido a la necesidad de hacer todo desde casa. Trabaje, estudie, manténgase en contacto, lea las noticias e interactúe con servicios, como comida y entrega de comestibles. Todo pasa de ahí.

La nomofobia, un fenómeno a estudiar
Las relaciones que construimos con los teléfonos inteligentes se han vuelto recientemente de interés para los investigadores, especialmente los posibles impactos negativos del uso excesivo y el apego.
Una relación en particular es sobre la ansiedad experimentada cuando las personas no pueden usar o estar en contacto con sus teléfonos inteligentes, conocida como nomofobia. Se cree que la nomofobia, o fobia no móvil, es un producto del apego intenso a nuestros dispositivos y se cree que es más fuerte entre las personas que más usan el teléfono, como los adolescentes y los adultos jóvenes.
Algunos investigadores han llegado a argumentar que la nomofobia debería introducirse en el DSM-V (el manual para el diagnóstico de enfermedades psiquiátricas), o ser tratado con terapia cognitivo conductual y otros tratamientos psicológicos y farmacéuticos. Pero estas afirmaciones tienen sus raíces en una idea descontextualizada de nomofobia, que ignora muchas interacciones de la vida real que requieren el uso de teléfonos inteligentes.
Los teléfonos inteligentes nos hacen accesibles las 24 horas, los 24 días de la semana
Tratar la nomofobia como una enfermedad mental o condición médica que necesita tratamiento es imperfecto y potencialmente dañino. Un estudio publicado recientemente demuestra que la nomofobia, o la ansiedad asociada a no poder acceder a tu smartphone, tiene menos que ver con frecuencia con que usas el telefono y mas con el contexto donde se usa el teléfono.
La existencia de los teléfonos inteligentes ha cambiado tanto las expectativas sociales y laborales que la disponibilidad 24/24 ahora se considera a menudo la norma.
No hay duda de que los teléfonos inteligentes se han convertido en una parte importante y probablemente insustituible de la vida cotidiana. Así como el coche se ha vuelto insustituible debido a la expansión urbana que ha privilegiado las calles frente a los pasos de peatones, el smartphone se ha integrado a la perfección en nuestra vida globalizada y agitada. Y a diferencia de los automóviles, que se usan para una sola función (moverse), los teléfonos inteligentes se pueden usar de muchas maneras, algunas de las cuales son beneficiosas para el usuario.

La nomofobia proviene de solicitudes implícitas
Durante la pandemia, los teléfonos inteligentes permitieron recoger comestibles y entregar alimentos de forma remota. Han facilitado el check-in de amigos y familiares, han permitido que continúen servicios como citas bancarias, citas médicas, incluso sesiones de psicoterapia con las que alguien quisiera “curarse” del uso del smartphone y de la nomofobia. Este tipo de uso del teléfono inteligente demuestra una clara utilidad y conveniencia.
Comparativamente, algunos aspectos del uso de teléfonos inteligentes son productos de normas sociales y ocupacionales más amplias. Las necesidades comerciales modernas, como responder a los correos electrónicos con prontitud y unirse a las llamadas, han sido respaldadas en gran medida por las funciones y aplicaciones de los teléfonos inteligentes (como correo electrónico, videoconferencia, modificación de documentos). Esto significa que muchos empleadores esperan que sus empleados estén disponibles después de las 9 a.m. a las 00 p.m., y la nomofobia se deriva más de estas solicitudes implícitas que del dispositivo en sí.
Ansiedades similares que surgen del "uso de teléfonos inteligentes" se han asociado con el consumo de redes sociales. En particular, investigación documentada que cuanto más tiempo pasas en las redes sociales, mayor es la nomofobia. Esto significa que surge la ansiedad asociada a no poder usar el teléfono. por la forma en que se usa más que por el dispositivo en sí. No es culpa del teléfono inteligente, es culpa nuestra. La ansiedad por los teléfonos inteligentes es solo nuestra ansiedad, dictada por nuestra sociedad.
Un mundo desequilibrado
La complicada relación que tenemos con nuestros teléfonos también se demuestra claramente en cómo nos los venden, en cómo se potencian sus características. Nuestros teléfonos están posicionados como "puntos de venta creativos" y reflejan nuestra expresión personal a través de la personalización y el uso. Mira este comercial de iPhone, por ejemplo. Se centra en cómo es el dispositivo adecuado para todos, independientemente de los intereses y el uso. El comercial llega incluso a sugerir visualmente que el teléfono nunca debe dejar su mano y puede realizar cualquier función que necesite durante el día.
La incorporación de funciones de pago como Apple o Google Pay, la autenticación con Face ID, los asistentes digitales como Siri y Google ejemplifican cómo los teléfonos inteligentes ya no son un dispositivo simple y pasivo. Son una forma en que interactuamos con nuestro mundo diario. Una presencia constante.
Los teléfonos inteligentes se han convertido en una tecnología integral en el tejido de la sociedad moderna. El concepto de nomofobia simplifica demasiado tanto la forma en que se utilizan estos dispositivos como los posibles tratamientos para esta ansiedad relacionada con los dispositivos. Los teléfonos inteligentes amplían claramente el nivel de comodidad, comunicación y utilidad.