El hambre en el mundo es uno de los mayores problemas que enfrenta la población humana y aumenta constantemente de año en año. A medida que las organizaciones sin fines de lucro y los programas gubernamentales intentan abordar el aumento del hambre, todos parecen ignorar las causas fundamentales. El primero sobre todo: las desigualdades sociales y la distribución desigual de recursos y oportunidades.
¿Podría el uso de una gran suma de dinero acabar de forma permanente con el hambre en el mundo? No está claro por qué una sociedad defectuosa como la nuestra podría conducir a desigualdades nuevas y diferentes. Sin embargo, manteniéndonos en la mera cuantificación económica, intentemos hacer algunas observaciones.
¿Cuánto cuesta acabar con el hambre en el mundo?
Una investigación alemana ha hecho un gran trabajo al fijar una especie de "presupuesto" de cuánto costaría acabar con el hambre en el mundo. Si quisiéramos hacerlo en 2030, el precio rondaría los 280 millones de euros. Esta cifra tiene en cuenta el hambre global derivado del índice de hambre global de 55 países (para un total de alrededor de 700 millones de personas desnutridas en el mundo).
¿Por qué cuesta tanto?
Acabar con el hambre en el mundo no cuesta lo mismo que simplemente comprar alimentos para 700 millones de personas que padecen hambre. Para acabar de forma eficaz con el hambre en el mundo, debemos redistribuir el acceso a los recursos y cambiar permanentemente los sistemas sociales. Sobre todo, abordar las desigualdades para que las personas marginadas y las comunidades desfavorecidas puedan ganar salarios justos y permitirse alimentos saludables.
Necesitamos dinero, por supuesto, pero también debemos usarlo bien para crear sistemas y recursos que duren en muchas comunidades. Y proporcionar a estos ciudadanos del mundo un empleo sostenible que se adapte a la cultura y las tradiciones locales. Hay organizaciones nacidas para luchar contra el hambre en el mundo que terminan empeorando, haciendo solo cambios temporales sin tener en cuenta los sistemas eléctricos locales.
Combatir el hambre mundial crónica
La inseguridad alimentaria prevalece en casi todos los países. Incluso la obesidad forma parte de la inseguridad alimentaria, porque se refiere a la falta de acceso a alimentos de calidad. Muchas familias solo tienen acceso a la comida chatarra por razones económicas, y esta es una fuente de diversas condiciones de salud negativas.
Sin embargo, el enemigo que hay que combatir con más urgencia es el hambre crónica. Una condición extrema dada por la falta de acceso a los alimentos hasta la desnutrición. Las comunidades que padecen hambre crónica corren un mayor riesgo de contraer enfermedades y otros peligros que amenazan la vida. El hambre es solo una parte de los muchos peligros del hambre crónica.
Ochocientos veinte millones de personas mueren de hambre crónica en todo el mundo.
Una cifra que incluye a las personas que mueren de hambre, pero especialmente a las que sufren un mayor riesgo de enfermedad y un menor nivel y calidad de vida debido a la desnutrición. La desnutrición se traduce en un crecimiento atrofiado, incluso en un desarrollo cognitivo atrofiado, haciendo que estas poblaciones sean vulnerables a la injusticia del sistema y paralizándolas para que no se conviertan en ningún tipo de movilidad social.
¿Y si quisiéramos "sólo" eliminar el hambre en Italia?
Se estima que el precio para acabar con el hambre en Bel Paese es de poco más de 4 millones de euros. Esta cantidad se utiliza para programas de seguridad que brindan alimentos saludables y nutritivos a comunidades marginadas, pero no solo. También pueden proporcionar sistemas (capacitación y desarrollo de habilidades) para proporcionar empleo con salarios más altos y acceso a la educación para romper el ciclo de pobreza generacional. ¿A qué espera la política italiana?