Nuevos resultados instrumentales de una investigación publicada en Psicofisiología se acercan a la confirmación de que en el centro de nuestra identidad un núcleo de autoconciencia combina recuerdos del pasado, sensaciones fugaces del presente y sensaciones anticipatorias del futuro.
La cuestión de si este sentido continuo de "nosotros" es tan sólido como parece ha intrigado a filósofos y psicólogos a lo largo de los siglos. Un nuevo y pequeño estudio psicobiológico interviene, examinando escáneres cerebrales para concluir que al menos parte de nosotros somos realmente consistentes a medida que crecemos y envejecemos.
¿Somos la misma persona de por vida?
En nuestro estudio, intentamos responder a la pregunta de si somos la misma persona toda nuestra vida.
Miguel Rubianes, neurocientífico de la Universidad Complutense de Madrid.
"En combinación con la literatura anterior, nuestros resultados indican que hay un componente que permanece estable, mientras que otra parte es más susceptible a cambiar con el tiempo" dice El Científico.
La continuidad del yo constituye la base misma de la identidad. Cada vez que usa la palabra "yo", se está refiriendo a un hilo que une una serie de experiencias en el viaje de su vida. Una relación entre el yo de tu juventud y el de mañana, que aún no ha surgido.
Sin embargo, la identidad es más que la suma de sus partes
Considere la paradoja de barco de Teseo: si con el tiempo sustituimos todas las piezas que componen un barco, llega un punto en el que ninguna pieza es la que está al principio. ¿Sigue siendo el mismo barco? Si nuestras experiencias nos cambian, reemplazando componentes de nuestra identidad con cada latido y cada evolución, cada enfermedad y cada buena suerte, ¿podemos realmente decir que nos vemos hoy como la misma persona que cuando teníamos cuatro años?
Puede pensar que esta es una observación filosófica del ombligo y no algo que la ciencia pueda abordar. Pero hay perspectivas que pueden enriquecer la psicología e incluso el cableado de nuestra programación neurológica.
En su estudio de escaneo cerebral, Rubianes y su equipo se centraron principalmente en el "cómo y cuándo" de la neurología que tiene que ver con caras conocidas. Ellos confiaron en investigación previa lo que sugiere que el autorreconocimiento visual puede funcionar como un indicador para establecer una conexión con la autoimpresión.
En lo que se conoce como efecto autorreferencial, hacemos un mejor trabajo al recordar o reconocer la información si está relacionada personalmente con nosotros de alguna manera, como ver nuestro rostro en una fotografía.
El tiempo y los mecanismos del cerebro siguen siendo una cuestión abierta
Educación contrastando han destacado diferentes procesos neurológicos para distinguir nuestro rostro de los demás. Cada uno de estos destaca diferentes regiones del cerebro que se utilizan para reconocer y atribuir significado a conjuntos de características familiares.
La determinación de los tipos de actividad neurológica involucrados puede decirnos si simplemente nos estimula el reconocimiento de nuestro rostro, como encontrarnos con un viejo amigo, o si esto establece una conexión real con el yo que representa, tanto pasado como presente.
Investigación sobre escáneres cerebrales
Para intentar dar respuesta a esta pregunta, el equipo realizó una actividad de reconocimiento con un grupo de 20 alumnos. A cada uno se le presentaron 27 imágenes, incluidas algunas de su propio rostro, el rostro de un amigo cercano y un rostro desconocido, todos en diferentes etapas de la vida.
Cada imagen aparecía en la pantalla un segundo a la vez, durante el cual el asistente tenía que presionar un botón para identificar a quién veía: a sí mismo, a un amigo o a un extraño. Una segunda prueba les pidió que identificaran la etapa de la vida de la persona: niñez, adolescencia o adultez.
Mientras tanto, docenas de electrodos estaban ocupados examinando la mezcla de ondas cerebrales que zumbaban de su materia gris, pintando un mapa de actividad.
Ese mapa de los escáneres cerebrales y la sincronización de las respuestas de los participantes sugieren fuertemente que nuestra impresión de nosotros mismos (ese sentido de "yo") se actualiza a lo largo de nuestra vida, dándole estabilidad. Realmente procesamos ese retrato desdentado de nosotros en cuarto grado como nosotros mismos, y no solo la imagen familiar de un niño que comparte nuestros recuerdos.
El estudio también encontró similitudes interesantes en la forma en que procesamos las impresiones de nuestro yo pasado y las de nuestro amigo cercano, lo que sugiere una complejidad en la forma en que el tiempo puede moldear las impresiones de nuestra identidad.
Conclusiones
Por supuesto, es importante tener en cuenta que este estudio de escaneo cerebral se realizó con una muestra pequeña y está lejos de ser la última palabra sobre el tema.
Descubrir que existe una base neurológica rígida para nuestro sentido del yo que se modifica con el tiempo y las experiencias. refleja chiaramente otros estudios. Estudios que sugieren que las influencias culturales también juegan un papel en la percepción de nuestra identidad. Las descripciones neurológicas de los fragmentos cerebrales específicos responsables de separar el yo del extraño pueden ayudarnos a comprender mejor por qué algunas personas ellos no comparten esta impresión .
Las perturbaciones en ese hilo de reconocimiento a menudo definen condiciones como la esquizofrenia. Y exponen a las personas a un mayor riesgo de autolesión.
“Esto demuestra la importancia de la investigación básica y clínica por igual en el estudio del papel de la identidad personal. Este análisis de los escáneres cerebrales nos dice que el sentido de identidad personal promete ser un concepto mucho más importante de lo que se pensaba anteriormente. Puede jugar un papel fundamental en los procesos de evaluación e intervención psicológica ", dice Rubianos.
Algunos días, todos nos sentimos un poco inseguros acerca de quiénes somos. Pero tenga la seguridad. Existe una buena posibilidad de que en el fondo de nuestro cerebro todavía estemos allí.