En agosto, el gobierno británico impulsó una operación de apoyo económico y alimentario. Se llamaba "Comer fuera para ayudar", literalmente "comer fuera para ayudar". En la práctica, de lunes a miércoles comidas (y bebidas no alcohólicas) con un 50% de descuento en una amplia red de comercios afiliados. Una oferta atractiva, aprovechada y apreciada por millones de personas.
Puede haber salvado empleos y apoyado al sector alimentario después de la congelación del coronavirus, pero es poco probable que haya ayudado a eliminar la obesidad pública. Los datos recopilados de varios estudios recientes y anteriores muestran que las comidas en restaurantes tienen, en promedio, el doble de calorías que el plato casero equivalente.
Los británicos están en mal estado
Pero la noticia me inspiró una publicación. Porque descubrí (se dice que los británicos comen mal, pero no pensé que fuera literalmente) que el Reino Unido tiene una de las poblaciones más gordas de Europa. El propio primer ministro Boris Johnson atribuyó las complicaciones del covid-19 al sobrepeso. Y ayer anunció una estrategia nacional contra la obesidad.
En el Reino Unido, solo recibimos fragmentos acalorados de planes anteriores contra la obesidad en lugar de seguir la última ciencia de la nutrición.
Boris Johnson

¿Cómo será el plan británico para eliminar la obesidad?
Es probable que incluya más etiquetado de calorías, restricciones en la publicidad de comida chatarra y ofertas de "Compre uno, llévese otro gratis" (favorecen la compra compulsiva de alimentos con calorías). Ninguna de estas medidas hará daño, pero ¿beneficio? Como estrategia para eliminar la obesidad tendrá cero resultados. Estos remedios están a la altura de la ciencia más reciente.
La investigación nutricional está experimentando una revolución. La última evidencia muestra que la forma en que respondemos a la comida Varía tanto de una persona a otra que no existe una dieta saludable única para todos.
Esto puede explicar por qué la ciencia no ha logrado eliminar la obesidad. Y sí, eso sería un negocio multimillonario.
¿Qué haría falta, en cambio, para eliminar la obesidad?
Considere una prueba reciente de la efectividad de las dietas bajas en grasas versus bajas en carbohidratos para perder peso. El estudio DIETFITS puso a más de 600 personas con sobrepeso a dieta durante un año: algunas bajas en carbohidratos, otras bajas en grasas. Al final, la pérdida de peso promedio fue la misma en ambos grupos, unos 5,5 kilogramos, pero hubo una gran variación individual, que va desde pérdidas mucho mayores hasta unos pocos gramos. Para algunos, incluso un aumento de peso significativo.
Esto lleva a la conclusión de otra investigación nutricional de vanguardia: se necesita una dieta personalizada basado en el metabolismo y el microbioma de un individuo. La elaboración de tales dietas está casi a mano, será posible en muy pocos años. Muy pocas pruebas serán suficientes y se desarrollará un plan de alimentación exitoso.