Muchas formas del llamado dinero digital en realidad no son tan innovadoras. Por sus características podemos entender si sobrevivirán o acabarán en una pompa de jabón.
Durante milenios, los expertos sociales y financieros han considerado los riesgos del dinero "malo" en el mercado. Los tiempos (como éste) de tensiones financieras siempre se han caracterizado por la introducción de "tenedores de valor imprecisos". Dinero digital, formas alternativas de representar y cuantificar valor, para ser intercambiado por otras cosas o acumulado como “riqueza”.
Un tema de actualidad como nunca antes, hoy, cuando grandes empresas como Apple, Uber y Facebook se unen al impulso de la tecnología financiera y el dinero digital. Sobre todo si proponen (ver el caso Libra) un abanico de opciones que no siempre son fáciles de distinguir, por no hablar del valor razonable de sus soluciones.
Las finanzas digitales tienen muchas formas, pero no siempre son "dinero".
Las sociedades modernas han acuñado innumerables nombres para los objetos, bienes y monedas a intercambiar (como los admirables "grana", "dindi", "sacos" y "testoni"). A efectos prácticos, a menudo los agrupamos como "dinero", pero las principales variedades son bastante diferentes.
Hoy en día, la vida de los consumidores se centra principalmente en dos tipos de dinero: la primera es un tipo de moneda conocida como moneda fiduciaria, como la libra esterlina, cuyo valor está garantizado por el gobierno que la emite (y no por una cantidad equivalente de oro o plata). El segundo tipo son mercancías: cosas que tienen un valor intrínseco (como el oro, la plata y el petróleo) y que pueden intercambiarse o venderse en función de este valor.
En 2020, solo el 10% de la moneda fiduciaria del mundo existe como dinero físico real. La mayoría existen solo de manera digital y se mueven en todas partes siguiendo un patrón complicado entre nuestras cuentas bancarias y varios otros destinos.
"Los bancos y las redes de tarjetas de crédito te dirían que el dinero ya es digital"dice Lex Sokolin, Codirector global de FinTech en la firma de blockchain ConsenSys. "Lo que transferimos de una cuenta bancaria a otra mediante los sistemas de pago o los principales sistemas bancarios es solo responsabilidad del software entre las entidades comerciales".
En lugares como Reino Unido, EE. UU., Europa continental y China, hay un fuerte impulso hacia esta transición (no es así en Japón). El objetivo es pagar en papel y sin contacto en cada vez más aspectos de la vida diaria.
Numerosas empresas ya aceptan solo tarjetas y / o pagos sin contacto. ¿Qué se mueve para el futuro cercano?
Plataformas de pago y billeteras digitales: desde tarjetas de crédito de tiendas departamentales hasta Apple Pay y Uber Money
La idea de sistemas de pago personalizados o específicos de la empresa es popular, pero no nueva. En Estados Unidos, los grandes almacenes como Macy's y Sears fueron de los primeros en formalizar la gestión de una tarjeta de crédito de marca, que ofrece beneficios. Descuentos, puntos de recompensa y la oportunidad de pagos más convenientes.
¿Y las "fichas"?
El dinero que se "encuentra" en una cuenta de Uber Money o en algunas aplicaciones de Apple no es dinero digital. Es un punto de recompensa o un débito a una cuenta bancaria vinculada a la experiencia del usuario.
El caso de Uber Money - Otro ejemplo claro de “plataforma de pago” es Uber. La compañía planea ofrecer cuentas de crédito para ciclistas y tarjetas de débito con ganancias depositadas para protección contra sobregiros para conductores. Los expertos señalan que puede ser una forma de motivar a los empleados y evitar que se pasen a la competencia. También puede cambiar sus hábitos de pago, llevarlos al crédito digital y hacer que abandonen el efectivo.
¿Un negocio de refugio seguro en caso de que el negocio principal de la empresa no funcione bien? ¿Empresas como Uber, una vez que hayan adquirido un grupo de usuarios para servicios de crédito, establecerán bancos?
Y luego está Libra
La respuesta de Facebook a la criptomoneda y la moneda descentralizada. Una respuesta bastante turbulenta por ahora. El año pasado, Zuckerberg anunció sus planes para lanzar una nueva "moneda" o "criptomoneda" digital, así como una organización separada encargada de administrarla democráticamente.
El mundo de las criptomonedas y blockchain tiene una historia relativamente corta y probablemente contiene territorios desconocidos tanto para los ingenieros como para el lector promedio. A diferencia del dinero fiduciario, los productos digitales matemáticamente complejos llamados "criptomonedas" generalmente no están vinculados a gobiernos o empresas privadas y utilizan diferentes métodos y cantidades de energía (así como diferentes filosofías) para crear sus modelos monetarios descentralizados.
Libra podría convertirse en dinero privado. Los usuarios deben confiar plenamente en las empresas que lo "acuñan". Y sabemos que a menudo estos no actúan en el mejor interés de los usuarios. Recopilan alegremente datos personales, cobran tarifas elevadas y prohíben arbitrariamente a los usuarios.
Por eso, lo que propone Facebook (una denominada “moneda estable”) no parece factible a largo plazo.
Libra es una forma de que el capital alternativo simule el rendimiento de una cuenta bancaria, sin sucumbir a la liquidación, pero manteniendo el margen de interés. Por esta razón, los gobiernos de todo el mundo rechazarán la iniciativa o la debilitarán.
La crisis financiera por el coronavirus también puede acelerar estas dinámicas
El futuro de Fintech es uno de los muchos factores inciertos en este momento particular de la historia económica, dado el impacto sin precedentes del covid -19.
El mercado podría explotar en los próximos meses, o podríamos ver a la gente tomando su dinero de las muchas personas que lo convierten en moneda digital por temor a un incumplimiento. Esto podría ser útil para la economía, pero la clave es la innovación. Se necesitan ideas creativas, porque la situación actual es algo que el mundo nunca ha visto.
La gente tendrá que pensar en muchas formas creativas de ganar dinero y obtener valor de ese dinero, especialmente ahora y en el futuro cercano.