Todos los pacientes operados por una prótesis ortopédica generalmente experimentan un período postoperatorio de dolor intenso.
Para ayudarlos a controlarlo, los cirujanos suelen inyectar analgésicos directamente en los tejidos durante la operación. Cuando el efecto desaparece dos o tres días después, los pacientes reciben morfina a través de un pequeño catéter colocado detrás de la columna. Una solución poco cómoda, y además, los analgésicos de esta forma no solo actúan donde se necesitan, sino sobre todos los órganos.
Un equipo de investigación en los laboratorios EPFL (Politécnico de Lausana, Suiza) trabaja en circuitos biodegradables capaces de administrar un anestésico local a pedido durante varios días. Este dispositivo no solo reduce las molestias postoperatorias, sino que no requiere intervenciones para su posterior extracción.
Que es
El implante consta de un delgado circuito eléctrico biodegradable, hecho de magnesio, que se puede calentar de forma remota desde el exterior del cuerpo.
Una vez integrado en el dispositivo final, el circuito le permite liberar dosis controladas de anestésico en puntos específicos del cuerpo durante varios días.
Cuando ha hecho su trabajo, el implante se disuelve completamente no tóxico en el cuerpo.
El estudio fue publicado en el último número de la revista científica Advanced Functional Materials.
Una cápsula, muchas dosis
El pequeño circuito que forma la base del sistema (un circuito resonante con una pequeña forma de espiral) suele ser de unas pocas micras. Cuando se expone a un campo electromagnético alterno, el circuito resonador produce una corriente eléctrica que genera calor.
El objetivo final es equipar circuitos biodegradables con pequeñas cápsulas analgésicas e insertarlas en el cuerpo durante la cirugía. El contenido de las cápsulas se distribuirá previa solicitud.
El estado de la investigación
“Estamos en un punto clave: ahora podemos fabricar resonadores que operen en diferentes longitudes de onda”, dados Matthieu Ruegg, autor del estudio. "Esto nos permitirá lanzar diferentes cápsulas con el tiempo, cada una para cada frecuencia". El proceso de lanzamiento tiene lugar en menos de un segundo.
Una nueva técnica de producción.
Los investigadores pusieron toda su creatividad a trabajar a la hora de construir resonadores biodegradables. “Descartamos inmediatamente cualquier proceso de fabricación que implicara el uso de agua, ya que el magnesio se disolvería en segundos. Terminaron formando magnesio depositándolo en un marco y rociándolo con iones.
"Esto nos dio más flexibilidad en la fase de diseño. Hoy somos capaces de crear el resonador de magnesio más pequeño del mundo: 3 milímetros de diámetro por dos micras de espesor”.
El equipo aún no está listo para dar su invención a los quirófanos. "Necesitamos trabajar en los resonadores y demostrar que la liberación de analgésicos es posible tanto en vivo como in vitro", concluye Rügg.