En neurocirugía, el uso de bisturíes electrónicos se ha convertido en una norma: quemar tejido significa dispersar sus moléculas, convirtiéndolas literalmente en humo.
El método desarrollado por investigadores de la Universidad de Tampere en Finlandia incluye un dispositivo capaz de "olfatear" el humo quirúrgico producido por los cortes en tiempo real, analizando así la composición de los tejidos que se van a operar.
El estudio fue publicado en el Journal of Neurosurgery.
“En la práctica clínica actual el proceso es mucho más complejo: se analiza una muestra muy pequeña del tumor después de haberla tomado, congelado y enviado a un patólogo durante la operación”, dice el investigador Ilkka Hapala.
Hoy el patólogo elabora un análisis tras la observación al microscopio y telefonea al quirófano para dar la respuesta. Ya parece algo hace cien años.
"Nuestro nuevo método brinda la posibilidad de analizar los tejidos en tiempo real y en muchos puntos del tumor, con la ventaja de poder adoptar un dispositivo que se conecta con la instrumentación ya presente". explica Haapala.
Cómo funciona la "nariz electrónica"
Los humos producidos por el bisturí electrónico pasan a través de un campo eléctrico producido por el dispositivo: Cada tipo de humo (y por lo tanto de tela) tiene una distribución precisa de iones en un campo eléctrico. En otras palabras, tiene su propia impronta olfativa.
Un sistema de aprendizaje automático está conectado a la "nariz" que lo ayuda a refinar los análisis a medida que recopila datos: la precisión del sistema en la clasificación de tumores benignos y malignos ya era del 83% tras los primeros usos, y en poco tiempo (tras unos 700 análisis realizados) es ahora del 94%.