Tarde o temprano tuvo que suceder: ocurrió en Florida, el 7 de mayo, el primer accidente de tráfico fatal de un auto sin conductor en los Estados Unidos. La víctima era el conductor de un Tesla S, que había activado el sistema de dirección automática en una carretera cerca de Williston.
Según la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA), Tesla se estrelló contra un camión que venía de la dirección opuesta. ¿Culpa? El cielo es demasiado brillante.
Tesla explicó en su sitio web que ni el conductor ni el sistema de conducción autónomo vieron el lado blanco del camión, debido a la día muy brillante: el sistema habría confundido el costado del camión blanco con el cielo despejado. Pero este "error" que le costó la vida a una persona no es el único problema de los coches autónomos.
Según la revista Science y un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la mayoría de los encuestados nunca compraría un coche autónomo, ya que los coches autónomos podrían poner en peligro la vida de los "piloto-pasajero“en el caso de que el vehículo se encontrara frente a un grupo de peatones que emergieron repentinamente.
Es decir, los coches autónomos preferirían salvar la vida de los peatones a expensas de la del pasajero. ¿Cuántas personas comprarían un coche autónomo sabiendo que pueden morir si un grupo de peatones cruza repentinamente la calzada?