La investigación busca cada vez más crear fonti brillante potentes pero respetuosos con el medio ambiente, que pueden garantizar un alto actuación con una larga vida Aquí, investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York crearon la bombilla más pequeña del mundo, fuerte y poderosa pero tan grande como un átomo. El secreto de la creación debe buscarse en presencia de grafeno, un material flexible y transparente que se utilizó como base para la fuente de luz.
El grafeno es un material imposible de ver a simple vista, ya que es completamente transparente, pero que tiene la capacidad de alcanzar temperaturas muy altas sin derretir su composición y calentarse para convertirse en un mal conductor del calor. Estas características organolépticas permitieron superar los clásicos problemas de introducir la corriente en las virutas, ya que los soportes se sobrecalentaban y quemaban, inutilizando la obra. El grafeno, por otro lado, se puede calentar pero no estalla y al mismo tiempo lleva muy poco calor incluso en este estado.
Gracias a esta característica, se requiere mucha menos energía para alcanzar las temperaturas que permiten que la luz se haga visible y la eficiencia del material se revela en la posibilidad de generar luz atómicamente sutil, pero claro y visible a simple vista. ¿Nuevas fronteras de iluminación? Probablemente sí, pues el descubrimiento que sigue a la investigación abre mil universos en el mundo de la energía y sobre todo en la creación de sistemas cada vez más refinados, económicos y respetuosos con el medio ambiente.