Elizabeth Parrish, directora de BioViva, de 44 años, una startup activa en biotecnología, dijo que comenzó la terapia génica en sí misma el mes pasado en un lugar que no reveló: el objetivo es probar directamente soluciones que puedan convertirse en una cura para el Alzheimer y la pérdida de masa muscular.
Parrish dijo en una entrevista en línea que prestó el domingo que se sometió a dos formas de terapia génica después de contratar un laboratorio fuera de Estados Unidos, donde reside. En un tratamiento habría recibido inyecciones intramusculares de folistatina, un gen que en experimentos llevados a cabo en animales hasta la fecha ha demostrado que puede aumentar la masa muscular al bloquear un inhibidor, la miostatina. En el segundo tratamiento, Parrish habría recibido inyecciones de un virus que contiene material genético que produce telomerasa, una proteína capaz de extender los telómeros, que se cree que es la parte de los cromosomas que regula nuestro reloj biológico.
Muchos expertos creen que los cambios en el ADN o las curas genéticas dirigidas podrían extender enormemente la esperanza de vida, que hoy se detiene en 120 años en los casos más extremos y raros. En los organismos sometidos a experimentos el cambio es considerable y rápido: todo apunta a que también nosotros estamos cerca de una revolución en este campo.