Autism Glass Project es un laboratorio de la Facultad de Medicina: en una pequeña oficina en el edificio administrativo, los investigadores Catalin Voss y Nick Haber están reuniendo tecnología de reconocimiento facial e inteligencia artificial para crear nuevos tratamientos para el autismo.
La segunda fase involucrará a 100 jóvenes para evaluar la efectividad de los tratamientos, que también se pueden realizar en casa. El objetivo es crear una especie de "traductor de emociones" capaz de proporcionar a los niños un "diccionario" de los estados de ánimo de su interlocutor en tiempo real.
"No queremos que esto sea un tipo de prótesis", dice Haber.
Un primer estudio, ya lanzado el año pasado, involucró a 40 jóvenes y tardó mucho en realizarse debido a la disponibilidad de una sola Google Glass. Hoy el gigante de Mountain View participa muy activamente en el estudio con otros 35 nuevos dispositivos: por su parte, la Fundación Packard ha donado 350.000 € con los que mejorar tanto la infraestructura como el software utilizado para mapear los resultados.
Después de estudiar la interacción entre los niños y las pantallas, será necesario evaluar cómo los niños interactúan con el entorno circundante. El equipo desarrolló una especie de videojuego en colaboración con el MIT Media Lab, llamado "Capture the Smile". En el juego, los niños autistas usan gafas Google y buscan una emoción específica en los rostros de las personas que los rodean. Supervisando los resultados y combinando el análisis con cuestionarios especiales, es posible evaluar el “fenotipo cuantitativo” del autismo en cada uno de los participantes: una especie de “factor matemático” de su autismo.
Posteriormente, los familiares de los niños también participarán en el "juego", que se ampliará con nuevas funciones: "podrá controlar el tiempo que pasan hablando con sus padres, y el tiempo que pasan mirándose a los ojos", dice Voss.
La experimentación dura unos 20 minutos por sesión.
Los investigadores esperan hacer masiva la introducción de este método para obtener resultados cada vez más fiables: desde 100 participantes hasta quién sabe cuántos, para construir un mecanismo que reconozca muchas más emociones, y de forma mucho más precisa, para dar a los niños autistas un "superpotencia" extra real.